domingo, 1 de dezembro de 2013

ciudad imaginaria



No entiendo a los enemigos del tedio y la rutina. Me gusta andar todos los dias el mismo camino por el Muro de San Llorenzo en Xixón, entre jubilados que resuelven con su cayado de madera el enigma de la Esfinge, corredores y patinadores, surfistas, paseantes con perro o con paraguas o con sombrero y sin perro, ni paraguas ni sombrero ni prisa. Mirar todos los días la misma ciudad desde la misma perspectiva, como despertar todas las mañanas al lado de la persona amada, nos regala con frecuencia –no tanta como para mal acostumbrarnos a ella y devaluar su maravilla- la sorpresa de su mejor cara, cada vez más atractiva y sugerente que la anterior. Esta tarde de domingo, por ejemplo, Xixón se me presentó al otro lado del Piles, como una ciudad que sólo podría calificar de imaginaria.

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